Ecuador es un país diverso tanto en el medio, como en la población que lo forma. Cuenta con una representación importante de pueblos indígenas, afrodescencientes y montubios, aunque el grupo mayoritario (70%) es el mestizo. Según datos del censo de 2010, tanto el grupo Afroecuatoriano como el indígena suponen un 7% respectivamente, sobre el total de la población de Ecuador.  Existen 13 nacionalidades indígenas presentes en las tres regiones del país y aún hoy, es destacable la existencia de pueblos no contactados en la Amazonía, como los  Tagaeri, los Taromenane, y los Oñamenane. Continuando el trato dado a los indígenas desde la conquista, tradicionalmente fueron un pueblo marginado, excluido, sin acceso a educación o a cualquier otro derecho. A partir de los años 80 surge el movimiento indígena, gracias al cual hoy se sitúan en una posición de equidad aparente, respecto al resto de la población. La nueva constitución de 2008, define Ecuador como un estado plurinacional, reconoce así las nacionalidades indígenas como parte del estado. Del mismo modo, la constitución estableció cambios en economía generando un impacto en el país que ha llevado a  catalogarlo como de Renta Media- Alta. Destaca una gran inversión en educación, salud y protección social que ha reducido la pobreza, siendo un 27,3% para 2012.  Sin embargo el reto aún es importante, ya que la pobreza existente se concentra en zonas rurales pobladas por indígenas y afrodescendientes.

La otra cuestión pendiente, es afrontar el problema de la violencia que sufren 6 de cada 10 mujeres según datos del Instituto Nacional de estadística y censos de Ecuador (INEC) en 2012, violencia que se presenta en igual porcentaje tanto en población urbana como rural.

Un país como Ecuador que lucha por reducir la pobreza y alcanzar mejores niveles de desarrollo, ha de contar con las diversidades que forman su ciudadanía. No es posible un verdadero desarrollo si las mujeres que suponen la mitad de la población, sufren violencia o viven en la pobreza como los grupos indígenas que habitan zonas rurales.

En este sentido, Mujeres en Zona de Conflicto apoya la denuncia y visibilización de esta situación de violencia hacia las mujeres y trabaja en pro del desarrollo y fortalecimiento de los pueblos indígenas.

A nivel geográfico, el Norte de Ecuador limita con la región Sur Colombiana. Ello provoca continuas incursiones de diferentes actores armados en el Norte de Ecuador tanto por movimientos de guerra, como para el tráfico ilegal de armas, drogas y personas. El movimiento que genera el ejército va acompañado de una oferta de mujeres en situación de prostitución, que en más del 50% de los casos son colombianas y víctimas de trata. Ecuador además, se convierte en una salida óptima para la población desplazada de Colombia por el Conflicto armado, por lo cual se ve obligado a acoger a población refugiada con unas estructuras débiles para soportar tal demanda.

Por lo anterior, la zona norte de Ecuador se traduce en un espacio de inseguridad y corrupción en el que la población ve mermadas sus posibilidades de desarrollo y disfrute de derechos.

El trabajo que Mujeres en Zona de Conflicto desarrolla en Ecuador se organiza en torno a dos líneas estratégicas, por una parte la Construcción de una Paz justa, duradera e incluyente y por otra la Erradicación de la Violencia de Género en cualquiera de sus formas, especialmente de la trata de personas con fines de explotación sexual.