Colombia es un país que sufre un conflicto armado interno desde hace más de 50 años.  Conflicto que fue iniciado por una cuestión político-ideológica, a la cual se sumaron otras razones económicas, de control de recursos y ligadas al narcotráfico.

Más de medio siglo de violencia da lugar a una sociedad violenta en todos sus estamentos, un país en el cual hasta dos generaciones han nacido y vivido sin tener un solo día de paz declarada.

El estado colombiano es uno de los actores del conflicto. Esta posición provoca desconfianza por parte de la ciudanía hacia el aparato estatal, a menudo involucrado en casos de corrupción y violencia relacionados con la guerra.

Una guerra esta que provoca mayor desigualdad entre clases y que afecta de manera desproporcionada a ciertos grupos, como las comunidades campesinas e indígenas ubicadas en las zonas de control de recursos naturales; las personas defensoras de derechos humanos que denuncian las continuas violaciones al derecho internacional humanitario;  así como las mujeres y las niñas receptoras de la mayoría de la violencia sexual empleada como arma de guerra en el conflicto.

Tanto la Relatora Especial sobre la violencia contra las mujeres de las Naciones Unidas, como la Relatora de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), han denunciado que la violencia que afecta a las mujeres en el contexto del conflicto es una exacerbación de la violencia de género que históricamente han afectado a las mujeres. La guerra ha reproducido y creado nuevas formas de violencia, provocando una violencia continuada que afecta a las mujeres tanto en tiempos de paz como de guerra, en la cual el denominador común es la subordinación y discriminación hacia las mujeres.

La violencia desplegada por el conflicto, ha provocado más de 6 millones de desplazamientos internos acumulados hasta 2015, según el Informe Desplazados Internos por Conflicto y Violencia, del consejo Noruego para refugiados, de los cuales el 70% son mujeres y niños y más del 63 % vive en condiciones de pobreza.

Esta situación nos deja una Colombia violentada, violenta y desconfiada que exige VERDAD,  JUSTICIA Y REPARACIÓN.

Ante semejante escenario, Colombia se enfrenta a un importante reto. Los avances del actual proceso de negociación entre el gobierno y la guerrilla de las FARC aproximan la firma de los Acuerdos de Paz. El estado y la sociedad deben tener la capacidad de materializar esos acuerdos, lo que requiere un trabajo de reconstrucción del tejido social a través de procesos de recuperación, reparación y reconciliación, acompañados de medidas que ayuden a superar las condiciones de vulnerabilidad y marginalidad. Para ello es necesario transformar las estructuras de desigualdad y discriminación, y la transformación del conflicto violento en relaciones de paz.

Es importante exigir el refuerzo del estado en la protección de los DDHH y la aplicación de políticas de protección y reparación, dando cumplimiento a las Resoluciones de Naciones Unidas en materia de paz y seguridad: R 1325 y R 1820.

Por su parte los y las líderes y defensores de DDHH, así como la sociedad civil en general, deben impulsar las capacidades históricamente desarrolladas por sus procesos, de manera que su papel como agentes de paz sostenible e inclusiva sea respaldado y fortalecido.

Mujeres en Zona de Conflicto (MZC) trabaja en Colombia desde el año 2001. A partir del año 2008 iniciamos un proceso de apoyo a la Construcción de la Paz Positiva en el marco del conflicto armado, exigiendo la aplicación de las Resoluciones 1325 y 1820 de Naciones Unidas.

MZC acompaña a la sociedad colombiana, investiga, denuncia las violaciones de derechos humanos y la violencia que afecta de manera desproporcionada a mujeres y niñas, favorece el desarrollo en las zonas rurales por parte de las mujeres cabezas de hogar y fomenta la participación y fortalecimiento de los grupos de personas desplazadas.

Mujeres en Zona de Conflicto, trabaja en Colombia por alcanzar la consecución de una paz positiva, real, e incluyente, que promocione y avance en favor de la verdad, la justicia y la reparación.